DIVAGAR
No hay espacio
en la rueca insensible.
Dos ojos, una boca,
una víscera que ignora
si le es permitido
continuar latiendo.
La rueda gira
vertiginosa en su indolencia,
módico resulta
el precio de la muerte.
La parca es paciente,
no hace asco, solo aguarda.
La noche se revuelca
y un frío glaciar
atrapa la médula,
la quijada temblequea
en la espontánea convulsión,
tan solo una calavera
que nos invita mordaz
a continuar viviendo.Graciela Vera
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