ALMERÍA
Se extiende coqueta, blanca y recatada,
como damisela inquieta
cuyo pié besa solícito el azul Mediterráneo,
mientras, desde lo alto, cual abuela celosa,
la Alcazaba vigilante trae ilusiones de reinos nazaríes.
¿Habrá sido en harenes orlados de sedas preciosas
en donde su cielo libara esa diáfana gama de azules?
¿Quizás las chirimías de Hairan, calmaron al dios Thor
rezumando la suavidad de su clima?.
¿Serían los sobrios “tarantos”
los que desde el fondo de la mina afloraran para ella
esa argentífera luz cegadora de su aura?.
No importa quién te hizo, quién te creyó;
no importa cuántos poetas te cantaron;
escaparás siempre al tiempo y al elogio
emergiendo majestuosa de la alquitara de tu esencia.
Almería, graciosa gema andaluza,
Espejo del Mar, Portus Magnus
que en los recónditos escondrijos de tus montañas,
guardas el preciado tesoro de tu orgullo
y de tus gentes.
como damisela inquieta
cuyo pié besa solícito el azul Mediterráneo,
mientras, desde lo alto, cual abuela celosa,
la Alcazaba vigilante trae ilusiones de reinos nazaríes.
¿Habrá sido en harenes orlados de sedas preciosas
en donde su cielo libara esa diáfana gama de azules?
¿Quizás las chirimías de Hairan, calmaron al dios Thor
rezumando la suavidad de su clima?.
¿Serían los sobrios “tarantos”
los que desde el fondo de la mina afloraran para ella
esa argentífera luz cegadora de su aura?.
No importa quién te hizo, quién te creyó;
no importa cuántos poetas te cantaron;
escaparás siempre al tiempo y al elogio
emergiendo majestuosa de la alquitara de tu esencia.
Almería, graciosa gema andaluza,
Espejo del Mar, Portus Magnus
que en los recónditos escondrijos de tus montañas,
guardas el preciado tesoro de tu orgullo
y de tus gentes.
Graciela Vera
0 comentarios