ATARDECER EN EL PLATA
El Plata atrapa el rito diario
y el sol, naranja de lujuria
se sumerge en el horizonte,
explosionando en fuegos.No hay tierras,
no existe el hombre,
solo Dios y mis ojos
en asombro de colores,
silenciosa cuna del ceibal.El río como mar cambia,
el cielo se hace ocre,
surcan sus aguas reflejos de plata,
volcán inexistente que regurgita sueños
troncando nubes por algas de sangre.Las dunas mueren entre brumas,
oriente tiende un manto oscuro
que se desgrana en resplandores
cuando la noche besa occidente
y una estrella nace del mismo río.
Graciela Vera
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