LA LECCIÓN DE ANATOMÍA
No hay aulas
Para enseñar la lección.
Fémur, tibia y peroné,
no existe músculo
entre los huesos y la piel.
No es necesaria la disección,
y en el gran anfiteatro
cada articulación queda
a la vista, desnuda y cruel,
deformada de miserias
enroscándose en sí misma.
Nos apuntamos curiosos,
oyentes desaprensivos,
en la universidad de la muerte.
Obituario inmoral
convertido en parte diario.
En el cráneo dos cuencos,
no son ojos,
son inmensos lagos de dolor
donde no hay calor de sol.
¿Palos articulados
o brazos sin formas ni fuerzas?
no saben de acunar muñecas
ni empujar hacia el cielo
entre risas una cometa.
¿Cuántas costillas ondulan,
mares de amargura, en ese pecho?
Es privilegio del hambre contarlas.
De tan frágiles son puro cristal
¡Pobre corazoncillo!
cuánto dolor ha de sentir
si en caja de vidrio
se esfuerza por continuar sufriendo
y en cada suspiro
se le escapa la vida.
Las vísceras ¿para que sirven?
estómago vacío,
pulmones sin fuerza,
el vientre hinchado impide auscultar,
se suspende la próxima lección
y los alumnos, insensibles
olvidaron los apuntes.
Corren apresurados,
mañana no habrá clase,
aguarda el banquete de navidad
y no soportaría tanta infamia.
Graciela Vera
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