S.O.S
por Graciela Vera
Llegó a la dirección que le habían dado y dudó antes de llamar. La Luciana le había dicho que allí ayudaban a las mujeres maltratadas. Ella misma había ido una vez cuando el José le había dado aquella paliza cuando la borrachera de fin de año, pero era distinto... la Luciana tenía las marcas de los golpes y patadas del bruto pero ella nunca había recibido ni un asomo de castigo físico por parte de su marido. Es más, este proclamaba a quién quisiera oírlo que él la adoraba..., que le daba todo para hacerla sentir feliz..., todo menos lo más importante, todo menos comprensión, menos compañerismo, menos apoyo. Ese apoyo que tantas veces necesitó cuando anduvo a los tropezones y que nunca tuvo.
Eran muchos años de casada para tirar todo debajo de un manotón..., todos se lo decían... ¿quiénes eran todos?... Nadie podía comprender lo que estaba sintiendo... eran muchos años de sentirse sola,... de sentirse usada...., eran muchos años de llorar a escondidas y ahora, ahora que lloraba en público nadie parecía ver su dolor....
Los hijos se habían hecho hombres. Ya no necesitaban de su sacrificio para darles un hogar supuestamente normal. ¿qué es un hogar normal?. ¿qué es normal en una pareja?... Hablar... ¿de qué cuando no hay temas de interés común?....
Las palabras se habían ahogado en un mar de soledad... Se puede estar rodeada de personas y estar sola. Se puede tener sueños y verlos morir uno a uno porque no son comprendidos. Se puede ambicionar mucho para una, para los hijos, para la familia y terminar hocicando en la mediocridad de la costumbre.
La soledad se había impregnado tanto en su piel que ya era imposible arrancarla. Habían momentos en que dolía más. Eran los que quedaban grabados en la memoria. Los que arrancaban lágrimas de impotencia... Los hijos... como dolía aún la soledad de casi veinte años atrás cuado nació el más pequeño. Los hijos se sueñan, o deberían soñarse entre dos. Estaba sola cuando nació. Sola con extraños. Sola con una partera y una enfermera que después del parto la dejaron sola. Claro que pudo disfrutar de la nena toda la noche en una comunión que no volvería a darse pero ella necesitaba decir “es nuestra” y solo podía decir “es mía”. Quizás esa fue la soledad que más dolió. Hubieron otras en las que el miedo se hizo más grande porque no había con quien compartirlo. Cáncer... ¡cuánta soledad mientras enfrentó sola la espera del diagnóstico!. Ni siquiera cuando todo salió bien hubo con quien compartir la alegría.
La soledad también tiene un límite en la vida de todo ser humano y sabía que aún no llegaba a él. Había decidido que se iba de la casa. ¿y eso significaba la vida sin los hijos..., la vida sin los seres más queridos?... Más soledad...., Hay cosas que la sociedad aún no perdona y es que una esposa abandone su hogar sin motivos aparentes ¿sin motivos?...
Hasta ahora no lo había notado pero tenía cicatrices como la Luciana. Más hondas, más dolorosas, infligidas sin descanso durante años pero eran tan suyas que no podía mostrarlas... estaban en su alma... eran heridas producidas por látigos que habían cincelado aquella caparazón en la que se había escondido durante toda una vida hasta que un día, no sabe como, porque no tuvo intención de dejar que sucediera, la caparazón se rompió y ya no pudo seguir fingiendo. Fue el día que todos creyeron que había perdido la razón... Siempre con sus locuras, decían unos. Debe ser un gualicho, opinaban otros. Ya se le va a pasar, son cosas de la edad....
S.O.S., un llamado de auxilio. S.O.S. un lugar de apoyo a la mujer... golpeó la puerta...no, aún no podía contar a extraños cuanto oprimía su soledad... quiso retroceder... ya no.... Si, me llamo María Luisa,... tengo tiempo libre y quisiera ayudar a mujeres que se sientan solas.... creo que las puedo comprender... me haría bien a mi también.
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