LA CAMA VACÍA
por Graciela Vera
“Reloj no marques las horas... haz esta noche perpetua... para que nunca se vaya... para...”, la melodía escapaba de la radio en un inútil intento de mitigar su insomnio.
¿Cuántas noches sin dormir? , ¿Cuántas madrugadas de sábanas arrugadas en una inquieta búsqueda de un sueño que no llegaba? ... Estiró la mano y bajó el volumen del receptor. Lo menos que ella necesitaba era una noche perpetua.
Las noches le traían el recuerdo de su soledad... aquel lugar vacío en la cama... El lugar de él... Un lugar junto al suyo... Un lugar que estaba frío.... Un sitio que no se atrevía a invadir...
“... para que nunca se vaya...”, Claudia había aprendido que podía haber noches perpetuas... y lloró. Lloró por su soledad... lloró por el sol que demoraba en aparecer.... por el frío de aquella cama vacía y por el calor de otra cama en la que el cuerpo de él estaría trasmitiendo la vida que faltaba al suyo....
Se habían ennoviado durante los años de facultad. Recién egresados con sus títulos habían decidido casarse y enfrentar juntos el mundo. De esto hacía tan solo siete años.... Raúl quería hijos.... habían decidido esperar hasta tener una posición económica holgada. Pero ella quería más...., las dos chapas en la puerta del estudio que habían abierto la llenaban de orgullo.... Raúl Díaz, abogado..., Claudia Pedrosa, abogada... habían tenido éxito... ambos habían triunfado profesionalmente y por eso consideró egoísta por parte de Raúl su exigencia. Para él había llegado la etapa de pensar en los hijos... pero....
Hijos para una mujer significan responsabilidades... dejar de lado muchas expectativas a nivel profesional...., perder clientes..., dar un paso al costado.
No se sentía preparada aún para tener una familia pero reconocía que los años pasaban y los planes que habían hecho incluían cuatro o cinco niños.... A Raúl le gustaban las familias grandes....., las familias a la antigua como decía siempre...., Claudia comenzó a preguntarse porque se había casado con una profesional si quería una mujer cuidando de la casa, ocupada con un montón de críos... incluso llegó a considerar que el estaba celoso de sus éxitos como abogada.
Su carácter, más dicharachero, más sociable, la ponían a la vanguardia en el estudio jurídico que ambos compartían... ¿le estaba pidiendo hijos para alejarla y acceder entonces a ser el número uno?...; fue entonces cuando surgió aquella oportunidad. La empresa, una de las más importantes del país la contrató para asesorar y dirigir su cuerpo de abogados y ella debía decidir... y decidió....., los hijos podía esperar....., el esposo podía esperar....
Al principio no se dio cuenta..., estaba demasiado ocupada para pensar en las reiteradas llegadas tarde de Raúl. No se dio cuenta del brillo diferente de sus ojos ni del frío que se iba colando entre sus dos cuerpos cuando dormían. Un espacio que cada noche se hacía más ancho... y más definitivo.
Claudia estiró su mano y aquel frío, un frío que le llegó a los huesos la obligó a recogerla. Estaba sola. Hacía un mes que estaba sola... un mes desde la tarde que llegó a la casa silenciosa... vacía de niños... vacía de sueños comunes para encontrar a Raúl sentado en el sofá, una valija a su lado, esperándola... esperándola para decirle que se iba... que corría tras los hijos que ella no había tenido tiempo de darle.... Al principio tuvo la esperanza de su regreso... miró el reloj.... seguía marcando inexorable las horas..... “para que nunca se vaya... para que nunca se aleje de mi..:”. Aquella noche que podía haber sido perpetua... aquella noche en la que ella podía haber recogido la semilla de los hijos que ya no vendrían, nunca había existido... ahora solo quedaba la soledad, y el frío intenso que puede trasmitir una cama vacía.
1 comentario
ANGELA DIANA MARIA -
Muchas gracias