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LETRAS VS PALABRAS - El weblog de Graciela

Poemas del libro: ATESORANDO RECUERDOS

LA CASA DE MEDINACELI

LA CASA DE MEDINACELI

 La casa está sola,
vacía de penas y amores,
perdidos sus recuerdos
murió de silencios.

La casa está vacía,
allí donde queríamos escondernos
en veladas de brindis y risas,
se extiende el polvo y el musgo.

A cal y canto cerraron sus ventanas,
abigarradas sombras escapan de sus muros.
En el patio muere un jazmín,
nadie ha llorado sobre sus raíces.

Docto arquitecto el que legó su abolengo,
desde hace mucho el raso no cubre cristales,
sobre el mármol, una copa que no está,
aguarda a los amantes del rellano.

La casa está triste,
no hay ropa tendida que el viento alise,
el galán de noche ya no regala su perfume,
huyó a otros brazos en pos de una estrella.

Un geranio porfía por perdurar su color,
no hay perfidia en la tierra seca,
solo el recelo de lo arcano
desgarrando el encanto del sol.

La alcoba donde en nuestra cama,
ávidos de nosotros, exaltamos nuestro amor,
se desdibuja en sombras truncas,
allí no nos hemos amado.

La puerta cerrada rectifica ilusiones,
sentados frente al hogar
juntas las sienes se tornarán blancas,
vana idea, implacable cae  la mampostería.

La casa nos susurró su dolor,
la Feria la vistió de luces,
efímero oropel para su infortunio,
sin sueños, sin luz, sin estrellas.

          Graciela Vera    

INVERNADEROS DE ALMERÍA

INVERNADEROS DE ALMERÍA


Prodigio de la Almería nueva,
milagro extraído, kilo a kilo
del seno yermo de tu desierto.
Sílice y sol, lamentos de agua,
eclosión de vida.

Abierta en ríos de savia,
sangre verde que fluye silenciosa,
la simiente orada el basalto
extendiendo su flujo,
ladera arriba hacia las cumbres.

Hombres coraje
plantaron cara al desierto.
Los peñascos se hacen parcelas
y en cada surco hay un ruego callado,
escondido en una babel
que crece sin tiempos.

Cajas de estaño
repletas de oro vegetal,
extraña geometría de plásticos,
ofrenda de un Dios a su creación.
Sorprendente alquimia.

              Graciela Vera

¿HAY ALGO?

¿HAY ALGO?


¿Hay algo más allá del infinito?
Estrambótica catarsis
con la que comparto acuciantes ansiedades.
Irracionalidad de los hombres:
ambicionar la eternidad,
osados émulos de los dioses.
Exhaustas las mentes inquieren;
pendiente, la asignatura
se hace frustrante,
la interpelación continuará.
¿Qué hay más allá de la eternidad?
Se transforma en servil
el pensamiento más altruista.
Reflexión...
Preguntas...
¿adivinamos?
No existen respuestas
¿O hay quizás algo más en los arcanos?

                            Graciela Vera

FANTOCHE

FANTOCHE

El tiempo que no reverenciamos
tomó venganza en sí,
presto en la dicha
se recrea en la pena.
Las imágenes.
la música.
todo sugiere recuerdos,
desgraciado féretro
cuando es mortaja la incomprensión.
Una solemne cantata
estalla en los oídos,
las manos separadas
no oyen iguales acordes.
¿Despecho o temor?
Se crispan los dedos
sobre un teclado imaginario,
la noche llega imperturbable.
¿Temor o desidia?
Quizás ella nos responda,
hay espejos en cada habitación
y un complejo pentagrama.
Ríen los bufones
en el soliloquio interminable
de pícaras corruptelas.
¿Es más pura la inspiración
cuando es punzante la pluma?
Errática vereda que define el atajo.
¿Algún día dejaremos de creer?
La música se acaba.
Vuelve a tocar en fa mayor,
¿puedes?
Un día ya no habrá retorno,
desertará la imaginación,
rehuirán las musas la invitación
y en un esperpéntico cuadro
solo hallarás un títere desarticulado.


          Graciela Vera

EL DESCUBRIMIENTO ¿DE QUÉ?

EL DESCUBRIMIENTO ¿DE QUÉ?


  PRIMER VIAJE

A veinte, todo a veinte,
llegan de Las Europas,
nadie puede dejar de comprar.
Cuentas de colores,
telas y espejos,
son los últimos,
cómpreme usted señorita,
mire que belleza,
que suave textura le ofrezco.
Vienen directos,
importados del Puerto de Palos,
el contenedor lleno
en la bodega de La Pinta,
que en La Niña en fardos traen
las últimas creaciones
de un tal Cristian Dior.
Señores, señoras!!!,
jovencitos también,
escuchen esta novedad,
lo que aquí se ofrece
no da para regateos,
y por cierto y seguro
no puede faltar
ni en el bolso de la dama
ni en el bolsillo del caballero.
¿a dónde va usted señor,
sin oír esta oferta?
Para el hacendado,
ganadería completa,
vacunos, ovinos y caprinos
se rematan al llegar a puerto,
salieron por encargo
de la Reina Católica,
directo a Las Indias.
Afortunados marineros
los que viajan en la Santa María,
desayunan leche fresca
y meriendan filetes de vaquillona.
Cuidado don Colón,
su flota puede encallar
y la bronca a bordo desatarse
si la promesa no cumple,
asueto apenas amarrar,
descarguen los nativos
las cámaras frigoríficas
mientras sus osados marinos
bajo los cocoteros descansarán,
que será arduo el retorno,
mire usted lo que ocurrió,
buscando especias,
al chocolate y al café
terminaron haciéndose adictos.

  SEGUNDO VIAJE (O EL REGRESO)

¿Cuál llegará primero
de retorno a Palos?,
que hay cien rubros de estímulo,
al marino que más plata
en sus bolsillos haya logrado.
La Niña averió un motor,
sus hombres debieron resignarse
y quedándose en la costa
a  indias chicas
y también a las chicas indias
debieron desembarcar,
sin mayores preocupaciones
en tierra todos quedaron
encontraron una playa nudista
donde tomar piña colá
y bailar un mambó.
La Santa María es más rápida,
en esta regata la Pinta llega segunda,
mal cosa, el mercado estará saturado,
nadie va a querer ya comprar,
otra ave del paraíso,
y dos patatas para asar.
Buen negocio ha hecho,
este señor don Colón,
no encontró especias,
pero la reina quedará contenta
con tanta tierra para colonizar.
La preocupación aún no llega,
a los mercados de Las Europas,
en las universidades
empiezan a prepararse
los primeros letrados
en comercio exterior,
que el negocio va a ser floreciente
si por aquí se aprende a comer
eso tan extraño que llaman maíz.
Señores, vengan a comprar,
que han llegado de las tres,
dos de las carabelas al mando
del ilustre señor don Cristóbal,
y sus bodegas traen,
entre contenedores y cámaras de frío,
un jaguar y dos ñandúes,
tres cocoteros y cinco indígenas,
acompañados, como es lógico,
por una docena de dirigentes sindicales,
no vaya a ser que en estos confines
no sean escuchados sus justos reclamos,
trabajo para todos, poco deberá ser,
salario justo, por supuesto ¡y mucho más!
y un colchón mullido para descansar
antes de emprender el tercer viaje.

                                          Graciela Vera

                                   

DE VIVIR

DE VIVIR


A su lado aprendí,
de vivir, el verbo conjugar.

De su mano comencé,
de vivir, el camino iniciar.

De sus labios comprendí,
de vivir, la ilusión soñar.

De su trabajo supe,
de vivir, martillo y cincel valorar.

En sus ojos descubrí,
de vivir, el orgullo de tenerme.

De su recuerdo quiero atesorar,
de vivir, su don de gentes,

amigo leal, exquisito perfeccionista
Un hombre..... un nombre...
PAPÁ


                      Graciela Vera

¿DÓNDE ESTÁS, BARRIO SUR?

¿DÓNDE ESTÁS, BARRIO SUR?

 

Barrio Sur, vino y lonjas,
calles angostas con rejas en las ventanas.
Hilera de casas bajas
que se niegan a morir.

Durazno, Convención,
Isla de Flores y Gardel,
color de ropas tendidas
con olor a negritud.

 Cuando derrumbaron el Medio Mundo
supiste que habías perdido
 la irreflexiva batalla.
No quedan malvones en tarros de lata.

Sobre el río del color de tu gente
los ladrillos avanzan hacia el cielo,
y lloran los mulatos
ahogados entre rojas paredes.

Un farol resiste al mercurio,
ofrendando la sombra de su luz
al cimbreante paso de Rosa Luna,
mientras la Gularte llora noches de  esplendores.

Conventillos que ya no están,
Barrio Sur, recuerdo que se esfuma,
el Centro ganó terreno
y el asfalto va cubriendo el empedrado.

Solo tu nombre permanece
convertido en leyenda,
mientras tu alma vuela,
envuelta en el repique de un tambor.

 

                  Graciela Vera

DIVAGAR

DIVAGAR

No hay espacio
en la rueca insensible.
Dos ojos, una boca,
una víscera que ignora
si le es permitido
continuar latiendo.
La rueda gira
vertiginosa en su indolencia,
módico resulta
el precio de la muerte.
La parca es paciente,
no hace asco, solo aguarda.
La noche se revuelca
y un frío glaciar
atrapa la médula,
la quijada temblequea
en la espontánea convulsión,
tan solo una calavera
que nos invita mordaz
a continuar viviendo.

                                  Graciela Vera

ANDALUZA Y NAZARÍ

ANDALUZA Y NAZARÍ


Tierra de cantes que se arrebuja
sedienta, entre mar y montaña,
la Urci de hoy,
toda vestida de sepia y ocre
desafiando los alisios.

Adolescente aún,
precursora de venturoso mañana
quiebra tu cintura
la franja verde de la Rambla
donde la sal y el yodo llega
desde el Sur en alas del viento.

Baña tus pies firmes
el Mare Nostrum generoso de frutos y belleza,
regalo a las barcas y a los ojos,
reflejando mil estrellas
que juegan a las escondidas
entre La Alcazaba y la Puerta Puchena.

       Eres la Almiriya que creciera,
 bebiendo del árabe en su exuberante civilización.
Ayeres de harenes, mañanas de esperanza,
ocultas tu riqueza en vergeles de nailon,
oasis de promesas, hoy te descubres al mundo
nueva, medrosa y sugerente.

Almería, Bayyanna del sueño de los nobles,
último bastión del reino Albaharí,
que desde  el mar, prendado de tu belleza
llorara tu pérdida,
mientras el Real Pendón de Isabel y Fernando
ya por siempre, para España te recuperara.

Hija predilecta de los dioses,
el de los cristianos, te regaló
tallada imagen de la madre de Cristo,
Virgen del Mar,
de tu mar, Almería,
el que te ofrece ese increíble azul
que te hace única, deseada,
diferente en suelo español,
tan nazarí.
tan andaluza.

 

         Graciela Vera

ATARDECER EN EL PLATA

ATARDECER EN EL PLATA

 

El Plata atrapa el rito diario
y el sol, naranja de lujuria
se sumerge en el horizonte,
explosionando en fuegos.

No hay tierras,
no existe el hombre,
solo Dios y mis ojos
en asombro de colores,
silenciosa cuna del ceibal.

El río como mar cambia,
el cielo se hace ocre,
surcan sus aguas reflejos de plata,
volcán inexistente que regurgita sueños
troncando nubes por algas de sangre.

Las dunas mueren entre brumas,
oriente tiende un manto oscuro
que se desgrana en resplandores
cuando la noche besa occidente
y una estrella nace del mismo río.

                       

                           Graciela Vera

A LO YORUGA

A LO YORUGA

Yo soy una ñata,
petisa y yoruga.
Mis viejos me criaron
degustando novillos a las brasas,
 mollejas y tripas gordas.

Pagaría dos vintenes
por un buen plato de ñoquis
a la hora de morfar.

En la zabeca uso vincha,
no me rosa una zafaduría
proveniente de un nabo cualquiera,
menos aún de la indiada.

Hay quién dice
que hice un macanazo,
solo dejé un machete,
pelo a pelo por un macho.

Dijeron que era un jovato
al que le gustan los jesuitas,
los que se saborean con el té,
o con un garoto con leche.

Que yo era una loca,
que me fallaba el marote,
-sepan que no hay loro manso
cuando le tocan la cola-,
que de facho no tiene nada
y sí, mucho en el balero.

Lorearon que nos ennoviamos,
se asustaron las viejas del barrio,
no nos apichoneó la gentuza
que solita se cavó la fosa.

Si este gallego hoy toma un cimarrón,
esos tilingos la erraban.
Yo seré muy turra y terca
y de cuando en cuando me tuso,
pero que el gallego toquetea,
eso se los garantizo
y cuando pídole una ‘traviata’
el solícito me pone a Verdi
y sigo desmayada y hambrienta.

Yo aseguro que es un pibe
para las cosas del coure,
tenemos flor de metedura,
y siempre andamos de farra.

Eso sí, añoro los pagos orientales,
aquí por milonguear se van de marcha;
aperitivo es buen vino y mejor tapa,
difícil resulta lambisquear
cuando una birra te acondicionan.
Esta es tierra de lastrones
y con el andaluz conque hice yunta,
a ambos nos gusta morfar.

Escribo porque añoro
un kilo de aguja
pa’un puchero.
El sabroso dulce de leche
aquí es extraño,
y si me pongo a lloriquear
puedo seguir contando intimidades,
por eso antes de resultar pesada,
simplemente me las pianto.


                        Graciela Vera

Para entenderlo (sin malas interpretaciones) se recomienda
recurrir a un diccionario con terminología uruguaya, no sirve
la argentina que se diferencia bastante de la yoruga.

AFRICANA Y ESPAÑOLA

AFRICANA Y ESPAÑOLA


Africana en tu hispana tierra,
del desierto copias
topografías teñidas de bermejo,
polvo en alas del viento
acortando distancias, atrayendo
mas acá del Mediterráneo.

Las ráfagas arrogantes
ayudan el arribo de las pateras
jugando a cara y cruz,
arenas o rocas, vida o muerte.
Sueños que  te buscan anhelantes,
como a hermosa, prometida hurí.
      
Te muestras exuberante,
ofreciendo todo por nada,
o quizás nada por la vida.
En tu tierra sueña el viajero
que ya no es emigrante
en tu gentil regazo.

Almería, costas de sangre,
solícita al desamparado,
acoges dolor entre quejíos de tarantos,
quizás aún no descubres
el futuro, crisol  de razas
que cantarán a tu Alcazaba.

                      Graciela Vera

ASTRONOMIA SENCILLA

ASTRONOMIA SENCILLA

A Agustín Melero, a quién no conocí y sin embargo
me enseñó a contemplar y a amar el cielo.


Con la tenacidad del observador
que con sus gemelos de teatro
pretende integrarse al libreto,
buscabas en la majestuosidad del tiempo
la grandeza del cosmos.

Como muestra de eterna poesía
que arrastra implacable
las profundas excitaciones
de dos cuerpos que chocan,
explosionan, se desintegran
en el abandono prematuro,
abriéndose a la ilusión
en una emisión de llamaradas,
captabas con fruición
la belleza del momento,
alimento de tu fantasía
obediente al rigor de la ciencia,

Tus amenas enseñanzas despiertan
la soledad de mis aficiones.
Contemplo un paisaje a la luz del sol,
el mundo se hace bello
por tus sapientes ojos ya ausentes,
asombrados ante las mas hermosas
de las constelaciones.

Son remolinos electrizados,
profundas excitaciones
ante los enjambres de pequeños cuerpos
que giran, saltan y ríen,
emergen de la nada,
domeñando la entropía que los generara,
ofreciendo las respuestas
a inquietantes y desorientadas preguntas.
Belleza de un firmamento estrellado
al que requiebras asombrado:
"¡Afortunados quienes al mirar al cielo
descubren a Dios!"

                            Graciela Vera


                                           

AMANECE

AMANECE

 

La niebla prostituye el paisaje mañanero,
las voces apagadas esconden los amores
de la noche que ya se fué.
En las cocinas, ahora vacías,
la lumbre aún crepita
endulzando el aire con perfume de acacias.
Pasos rápidos buscan el rebaño,
lloran los árboles lágrimas de rocío,
se tiñe de color la pradera.
Bosteza el día su letargo,
la casa se despereza,
mujeres de amplios delantales
con los ojos cansados de sueños
aguardan el paso de las horas,
tamizan la harina de la vida
mientras la boca del horno
espera el tributo del pan.


                 Graciela Vera


HURÍ MEDITERRÁNEA

HURÍ MEDITERRÁNEA

Suspiran los cantaores,

por peteneras y tarantos 

rezumados de la piedra, 

desperezan entre lamentos 

tu sueño de reina nazarí, 

mientras se pierde en la oscuridad 

profunda de la mina,

el último gemido de El Zagal.

  

El Mare Nostrum con azul falda 

cubre tus pálidos muslos, 

ofrenda tu virginidad 

al carmín de mil rosas; 

tu alma es un quejío, 

llanto de chirimías, 

rescatando ritmos ancestrales

entre palmas y guitarras.

  

Grácil doncella, 

de harenes favorita, 

hermosa entre las que más, 

por ti lloró el Califa, 

por ti suspira el andaluz corazón. 

El aire se impregna de perfumes, 

cada reja guarece un malvón, 

un mundo de ventanas cuadradas, 

ojos de casas chatas, 

se enroscan por calles disparejas 

como desprendiéndose insolentes

                                                  desde la Alcazaba soberbia.desde la Alcazaba soberbia.

   

Sedienta la tierra reclama, 

lágrimas de quince siglos 

dan vida a explícitos vergeles. 

Las murallas aprietan tu cintura

preñada de vida nueva,

Hairán aún deambula por las serranías,

cabalga laluna en corceles de leyenda.

Pariendo en presentes el mañana

 arrancas en desigual lucha el oro,

lujuria verde de tus invernaderos.

Almería, la hurí perdida,

mantilla y peineta,

clavel enredao al pelo,

la Virgen del Mar te esconde,

tesoro elegido,

so los pliegues de su manto,

sin que dejen de cantar los fandangos

 a la bella princesa mediterránea. 

            

Graciela Vera

 

 

     

        
                                                                                                                                                                                                          Graciela Vera                     

CIELO DEL URUGUAY

CIELO DEL URUGUAY

Sin ostentosas dádivas,

atando cintas a mi guitarra,

llegué,  desnuda,

los ojos abiertos a la ilusión

y en los brazos apretujado,

un pedazo de mi cielo

al que aferro el presente.

  

Tan azul como tu mar,

tan límpido como tu mirada,

así es mi cielo,

el que no quise dejar,

el que mira mi gente

con la frente levantada,

sin ocultar los ojos.

  

Esa gente,

la que arropada en desazones,

le canta a la vida,

entregándote una chamarrita

apenas amarrada

a los tarantos de tu Almería.

  

Soy portadora de la noche

que brilla más allá de Orión.

Besa el río de los Pájaros Pintados

al Mare Nostrum de los sueños;

dulce mistura,

el espinillar regala olivas

y el olivar se viste de oro,

milagro de un pedacito de cielo,

que moja sus pies en tus aguas.

                                                                            Graciela Vera

EMIGRANTE

EMIGRANTE

 

 No creas que esta será tu tierra, 

aquí serás siempre un emigrante 

aún para quién te extiende la mano, 

en fraterno gesto de amistad.

  

Desde tierras exóticas, 

desde un mundo distinto 

donde dejaste parte de tu corazón, 

arrastras el nombre universal: 

emigrante.

  

Llegaste en oleadas, 

barcos repletos de ilusiones, 

sueños españoles, 

arrancados a una patria herida, 

gallegos que bajaron 

de sol a sol sus cabezas,

para levantarlas orgullosos

al final de la jornada.

  

Sueños italianos, 

con las manos llenas de vides, 

y el corazón moreno de cantos. 

Sueños gringos, 

ingleses, alemanes, suizos, 

crisol de razas, 

mezclando sudor y sangre 

en tierras americanas, 

integrando culturas, 

adorando el mismo Dios, 

tan solo una palabra: 

emigrante.

  

Cruzando fronteras, 

buscando apenas algo 

a cambio de mucho más;

ahora aquí, ahora nosotros, 

hijos de la América abierta 

en canales de desesperanza, 

hermanos que buscan 

lo que ya dieron, 

tan solo una palabra: 

emigrante.

Doloroso apodo, 

ayer, hoy, 

negación de patria, 

extrañas, diferentes costumbres, 

un mate, un lamento andino, 

quizás más cercano 

a la Europa que lo recibe, 

un Alá que no es su Dios, 

una piel que no es 

de igual color, 

todo resumido, apretujado 

tan solo en una palabra: emigrante.                                                                  

            Graciela Vera

14 julio 2001. El día que alguien me hizo sentir,

otra vez extraña en la tierra  

que quiero casi tanto como a la mía.
  

OFRENDA

OFRENDA

 

Ofrendándome el  oro y el platino,

engastados con engarzaduras de rubíes,

así me recibió España,

la tuya, la de vosotros.

Cuál dádivas inalcazables,

al plegar sus alas el mensajero

el neón fue sustituto implacable de la joya.

Preseas que escaparon de mis manos

mucho antes de intentar asir

las alhajas refulgentes conque España,

la tuya, la vuestra, la mía, la nuestra,

me brindara su grandeza, cuando aún

no hollara su suelo generoso con mi pie.

Presentes de diamantes y esmeraldas

que guardo por siempre en mis retinas,

junto a la sublime sensación

de las esencias de la 'Castiella' del descubrimiento

allí, donde no existían las realidades de mercurio,

donde la grandeza de una estirpe

forjó tu mundo y nuestro encuentro.

 

                                      Graciela Vera

             

 

ALMERÍA

Se extiende coqueta, blanca y recatada,

como damisela inquieta

cuyo pié besa solícito el azul Mediterráneo,

mientras, desde lo alto, cual abuela celosa,

la Alcazaba vigilante trae ilusiones de reinos nazaríes.

¿Habrá sido en harenes orlados de sedas preciosas

en donde su cielo libara esa diáfana gama de azules?

¿Quizás las chirimías de Hairan, calmaron al dios Thor

rezumando la suavidad de su clima?.

¿Serían los sobrios “tarantos”

los que desde el fondo de la mina afloraran para ella

esa argentífera luz cegadora de su aura?.

No importa quién te hizo, quién te creyó;

no importa cuántos poetas te cantaron;

escaparás siempre al tiempo y al elogio

emergiendo majestuosa de la alquitara de tu esencia.

Almería, graciosa gema andaluza,

Espejo del Mar, Portus Magnus

que en los recónditos escondrijos de tus montañas,

guardas el preciado tesoro de tu orgullo

y de tus gentes.

                   
Graciela Vera

 

ATESORANDO RECUERDOS

ATESORANDO RECUERDOS

CANTO A MI MONTEVIDEO 

Quiero llenarme los ojos de los mil colores de la ciudad,

del oro cobre de sus arenas,

cuando el sol se deja caer en el río como mar. 

Los mil verdes de sus parques,

los grises de sus conventillos, 

olores y colores, música y gritos.

La cana vigilante y el punga atento. 

Quiero llenarme los ojos

con la soledad de los viejitos del Piñeyro.

Llevarme el recuerdo de las lonjas del Barrio Sur,

 las caderas de negras y blancas moviéndose cadenciosas

al sonido del repique, del chico y del piano. 

Quiero llevarme el recuerdo de tu Dieciocho,

las estatuas vivientes, delicia de los pequeños.

Aquí un bandoneón, allá un violín,

sombreros en el suelo receptores de escasos óbolos, 

muy poco el premio para el pintor callejero.

Y en las esquina los malabaristas pasan la gorra a los autos detenidos,

mientras  cien chicos ofrecen lavar los parabrisas. 

Quiero recordar tus plazas,

las luces permanentes en los árboles de Fabini,

donde  las orquestas de fin de semana

invitan a  bailes improvisados. 

Las cinco de la tarde vestidas de blanco con moñas azules,

el barco pirata del Parque Rodó, juegos  por doquier,

las canteras y su cascada.

Febrero de carnavales, 

mientras, frente al Vilardebó,

un loco que no lo es tanto,

pide una cebadura para un mate imaginario. 

No quiero olvidarme del encuentro de amigos en la Pasiva de Ejido,

pancho y cerveza; 

ni de las brasas detrás de los cristales,

invitación de El Fogón.

No quiero olvidarme de los sábados de música y color en la Ciudad Vieja,

de los ruidos y los aromas del Mercado del Puerto,

ni del paseo de los shoppings. 

Quiero recordarte vestida de gala,

la Noche de las Luces,

habrá otras muchas pero ésta es nuestra,

tiene fecha, tiene su público,

y mas allá. la San Felipe y Santiago,

cuando nos quedamos para aplaudir a los últimos, 

los que son como nosotros,

el corredor ciego, el que viene en sillas de ruedas

o el que trae la camiseta de Nacional. 

El Parque Central, con historia a patria y con historia a fútbol,

la sede de los cristales rotos, orgullo de cada triunfo;

un pueblo que se la juega y aporta a cada campaña solidaria;

y vive sus fiestas con el corazón teñido de celeste y blanco. 

No quiero olvidar los autos embanderados en toda ocasión,

ni los festejos, ni las rencillas. No quiero olvidar.

 Atesoro en mis pupilas los mil rincones  de la ciudad,

las caravanas multicolores de cien ciclistas;

el bullicio de las domas de La Rural,

y la fiesta por excelencia en el Centenario,

 Monumento Mundial al Fútbol. 

Quiero recordar el sabor del choripán

y el aroma del asado a las brasas,

los helados de la Cigalle, y las vidrieras de Tata.

No quiero olvidarme de las baldosas rotas,

ni de los plátanos en primavera,

hoy son tesoros que llevo en el corazón

escondidos en el rincón de las cosas vividas.     

                                                         Graciela Vera